Un pistolero de tres años

Aprendí a poner discos mucho antes que a leer. Fue así como me convertí en pistolero a la edad de tres años: escuchando el EP con los mejores temas de «La muerte tenía un precio».

Ese era el título en España «Per un pugno de dollari in piu», la segunda entrega de la trilogía con la que Sergio Leone creó el spaghetti-wetern. Contó con la ayuda inestimable de Ennio Morricone, cuyas partituras eran capaces de convertir el desierto de Almería en el Salvaje Oeste.

La magia funcionaba más allá de la sala de cine: bastaba hacer girar el disco con la música de Morricone para retar al malo de la película a un duelo al sol.

Las músicas de los spaghetti western fueron el comienzo de la inmensa carrera del maestro Morricone -también de la de Clint Eastwood-, de la que nunca dejamos de disfrutar.

El maestro no ha dejado de recibir homenajes en las últimas semanas. Yo quiero sumarme con mi viejo revolver de plástico plateado, que aún encuentro entre mis recuerdos cada vez que escucho la banda sonora de «A Few Dollars More».

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