Cuenta la leyenda que Duke Ellington regresó a Nueva York después de una larga estancia en Florida dispuesto a grabar un puñado de temas nuevos. No se sabe cómo se corrió la voz de que el Duque estaba en la ciudad. Y a las puertas del estudio se concentró un montón de gente. Algunos eran fans de renombre: Dizzy Gillispie llegó con su trompeta y junto a él estaba el pianista Jimmy Jones.
No se sabe muy bien cómo, el estudio se llenó de sillas para acoger a los invitados y casi sin darse cuenta Duke Ellington tenía a su cargo a un ejército de músicos de primer nivel entre los que se contaban ¡nueve percusionistas!
«Vamos a ver qué sucede», dijo el Duque -eso cuenta Irving Townsend-, antes de sentarse ante su piano y dar comienzo a una fiesta que concluyó ocho horas más tarde, a la luz del nuevo día. Gracias a Dios -o a Duke Ellington- el estudio estaba lleno de micrófonos.
El resultado de aquel banquete musical se tituló «Ellington Jazz Party in Stereo». Algunos lo consideran el disco de jazz más excitante de la historia. Si lo escuchas en la edición en vinilo de Analogue Productions es posible que estés de acuerdo con ellos.