
Hay discos que se resisten, que se escurren entre tus manos de coleccionistas tanto que te hacen dudar de si en realidad eran tan buenos como para pagar 50 euros en una transacción a distancia con una tienda italiana de la que nunca has oído hablar -«Kollekta», apuntad- pero que, oh sorpresa, desmiente todos tus temores y te entrega la copia soñada de «900», de Paolo Conte: un vinilo en perfecto estado, que suena mucho mejor de lo que eras capaz de recordar y que, ahora que lo escuchas, te impresiona tanto que te olvidas de poner algún punto en estas líneas escritas al ritmo de las canciones.
Musicalmente, «900» es una magistral colección de postales del siglo XX recopiladas por un abogado de Asti, Piamonte, que cambió las leyes por un piano y tiempo después acabó cambiando mi manera de ver las cosas una noche de invierno en Génova, en la que ofreció una clase magistral sobre el arte de la perspectiva vestido de etiqueta al frente de una orquesta de virtuosos de la armonía y el ritmo.
A veces tus recuerdos te traicionan y la memoria se transforma con el tiempo y la edad. Pero «900» sigue siendo tan espléndido como cuando surgió a finales del siglo XX para dejar constancia de una época que, de hecho, ya había terminado, pero que de alguna forma nunca terminará. Maestro, per piacere, ancora una volta…