
Por atreverse a volar por los aires con su guitarra -sin importarle la «mala reputación» que esa práctica podría reportarle-; por gritar a los cuatro vientos su amor por el rock and roll al frente de una banda de chicos -en un mundo tan masculino- ; por su valentía y honestidad irreductibles -y sus chaquetas de cuero-, Joan Jett siempre tendrá un lugar destacado entre nosotros.
Joan pasó los años del punk como integrante de las Runaways, una banda de chicas que alcanzó más éxito en Japón que en su Estados Unidos natal. Después de tres discos, Joan estaba lista para emprender vuelo en solitario, acompañada por The Blackhearts, la banda con la que vendería millones de discos a comienzos de los años ochenta.

Pocos meses después de un prometedor debut con «Bad Reputation», Joan Jett tocó el cielo con una declaración de intenciones llamada a convertirse en himno generacional.
El LP «I Love Rock ‘N’ Roll» vendió diez millones de copias en todo el mundo. Dos años después, en 1983, se publica su continuación «Album», tal vez su mejor disco de todos. La trilogía consagra a Joan Jett como inspiración de rockeras y grupos de chicas de las generaciones venideras. Han pasado cuarenta años y el ejemplo de La Reina del Trueno se mantiene.