
Prefiero las atracciones musicales a las mecánicas. Pero asistir a un concierto de Airbag tiene la emoción de las dos. Hay en los conciertos de nuestro trío favorito un vértigo compartido, contagioso, que se desata a golpe de canción -himnos para la audiencia-, mientras ellos, los Airbag, siguen allá arriba, tocando tan tranquilos.
No importa que todos -ellos y nosotros- hayamos crecido/envejecido alrededor de esas canciones. Y que de pronto las letras hayan cobrado una gravedad como las de «Cementerio indie», la última y celebrada entrega de Airbag.

Este disco nuevo era su excusa para volver a Madrid. Allí les esperaba hace unos días un montón de amigos dispuestos a lanzarse con ellos por la montaña rusa de sus canciones con el manual de su complicidad. La atracción se repetirá durante el verano. Que nadie se la pierda.
