Miles Davis para gourmets

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Es posible que Miles Davis sirviera sus platos más exquisitos en formato de diez pulgadas. Más grandes que los singles y más pequeños que los Long Plays, esos discos daban cabida a los temas del jazz efervescente de principios de los años cincuenta. Imprescindibles para que los virtuosos del género pudieran expresarse más allá de las estrecheces de los pequeños 45 rpm, antes de que el LP se universalizara.

Por entonces Miles ya era capaz de encabezar bandas de All Star, aunque sus trabajos más célebres estaban aún por llegar. Aquellos músicos prodigiosos facturaban discos sin parar y sin aparente dificultad. Tocaban de memoria y de maravilla.

Entre 1951 y 1954 Miles Davis facturó nada menos que diez de esos discos de diez pulgadas para el sello Prestige, en compañía de monstruos como Art Blakey, Dizzy Gillespie, Charles Mingus, Thelonious Monk y Horace Silver.

Una sucesión de pequeñas obras maestras de las que ahora podemos disfrutar en una deslumbrante reedición que reúne esos diez discos más otro en el que Miles aparece junto al saxofonista Lee Konitz.

Todos con sus portadas originales y un sonido superlativo. Una maravilla digna de los gourmets más exigentes. También una magnífica puerta de entrada al infinito universo de Miles Davis.

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