En la época de los «talent shows» -el ¿talento? de imitar- y de la música gratis -el ¿talento? de robar-, las ventas de vinilos se disparan. Puede que sea un público minoritario, pero hay alguien allí afuera que se preocupa por la música, que está dispuesto a invertir su dinero y su tiempo en la cultura.
La situación es tan cruda como la describe Diego A. Manrique en su reciente artículo en El País «Llegaron los bárbaros» sobre la ignorancia musical. Esos exitosos programas televisivos proponen un viaje al paleolítico musical, un lugar remoto anterior al rock.
Los «bárbaros» se pierden experiencias únicas. Como la de escuchar un disco de los Beatles o descubrir una nueva banda que vende sus vinilos en su página web. Es hora de apagar la tele y encender la música. Todo un acto de resistencia.