Tres acordes. Años y años y años de rock and roll. Discos y discos y no nos cansábamos nunca de las guitarras de Richard Parfitt y su cómplice, Francis Rossi. Ya dijimos por qué: siempre fueron mucho más que tres simples acordes.
Ahora elegid una canción. Haced girar vuestros brazos en el aire mientras tocáis una guitarra invisible. Moved vuestras cabezas de un lado a otro. Ahí está el secreto.
Nunca pensé que acabaría brindando por Status Quo en Nochebuena. Hasta siempre, Rick.