A los chicos formales les gustaba Dire Straits. Mark Knopfler y sus socios no eran niños y, miradles, desentonaban en pleno pospunk. Sus guitarras sonaban cristalinas y tenían una canción que se oía por todas partes: «Sultans Of Swing».
Su guitarra brillaba mucho más que su voz lánguida, Knopfler se convirtió en un héroe de las seis cuerdas. Después de dos discos muy similares, «Dire Straits» y «Comunquè», se asociaron con Roy Bittan, el teclista de la E Street Band de Bruce Springsteen, y su sonido se hizo épico. «Making Movies» es un álbum estupendo.
Sus canciones se alargaron en «Love Over Gold». Pasaron de los pubs a los estadios. ¡Versiones de cuarto de hora de «Sultans Of Swing»! Se hicieron tan grandes que la industria discográfica eligió su siguiente álbum, «Brothers In Arms», para lanzar en 1985 un nuevo formato: el compact disc.
Tanto crecieron que Knopfler se aburrió de su propio dinosaurio. Publicó «On Every Street» y cerró Dire Straits. Para quienes quieran escuchar aquellos discos, hay una caja de vinilos que reúne los seis álbumes del grupo. «Making Movies» sigue siendo el mejor.
Han pasado los años y Mark Knopfler mantiene con su carrera en solitario un numeroso grupo de fieles que recuerdan los tiempos lejanos de los Sultanes del Swing. La canción sigue sonando en los pubs. Y los chicos formales ahora son señores respetables.