Hace unos años vi a Van Morrison en un concierto y ese día cayó de mi pedestal. Dejó de interesarme su música desde aquella actuación rutinaria, de tipo engreído que, aparte de su antipatía, no ofreció casi nada a su audiencia.
Con el tiempo volví a escuchar algunos de sus discos. La reedición en vinilo de «Moondance», por ejemplo. Y viendo su intervención en «The Last Waltz», junto a The Band, recordé los tiempos en que, aparte de ser un cascarrabias, Van era un león.
Hace un par de días vi en el cine «Ático sin ascensor» («5 Flights Up»). Me encantó la escena en la que Morgan Freeman enseña a una niña el funcionamiento de un artilugio mágico llamado tocadiscos. Pone un disco y de pronto suena «Have I Told You Lately That I Love You», de «Avalon Sunset», el LP publicado por Morrison en 1989.
Al día siguiente de ver la película encontré ese vinilo en Escridisos, una de las tiendas con más solera de Madrid. Llegué a casa, encendí el plato y repetí el truco de Morgan Freeman. Salió el cascarrabias cantando al atardecer «Have I Told You Lately That I Love You».