Hace ocho años asistimos al nacimiento de un clásico de la historia de la música. «Back To Black» no sólo era un disco excelente: sonaba del modo en que lo hacen los discos eternos. En su portada se asomaba una joven flacucha llena de talento.
«Back To Black» alcanzó el éxito que merecía. Estaba cargado de «singles»: «Rehab», «You Know I’m Not Good», «Tears Dry On Their Own»… Aparte de cantar como una diva del soul, Amy escribía sus propias canciones. Y Mark Ronson, a los mandos de la producción, les dio la forma adecuada.
Pero aquellas letras tenebrosas no eran un simple ejercicio de estilo. La joven princesa tenía un peligroso lado oscuro. La fama no la sacó de allí: precipitó su caída en directo ante la morbosa mirada del público.
Cuando la vi actuar en Rock In Rio, tres años antes de su muerte, Amy Winehouse se había convertido ya en una atracción de feria. Apenas podía interpretar sus temas y tenía dificultades para mantenerse en pie en el escenario. Qué lástima.
Más allá de los gritos de los tabloides y de la mezquindad de quienes apostaban en internet sobre la fecha en la que se produciría su muerte, Amy Winehouse sigue cantando en «Back To Black» de forma prodigiosa. Al final siempre nos queda la música.
Cuando escucho a Amy siempre me invaden unos sentimientos mezclados: emoción, tristeza,nostalgia,alegría de vivir…
No me pierdo un post,Viniland!
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