
Música para escuchar, ver, leer y tocar. En la edad de oro del jazz grabado los discos se convirtieron en piezas de arte completas. Los artistas gráficos y fotógrafos pusieron en los años cincuenta del siglo XX todo su talento al servicio de los vinilos. Y los críticos escribían los textos de las contrapartidas: guías para viajeros musicales.

Nada como sentarse a escuchar con aquellas fabulosas carpetas entre las manos los modernos discos de larga duración que daban cabida a unas piezas que excedían con mucho las dimensiones de los singles.

Son recursos que la música pop descubrió una década después y a los que rinde homenaje «Jazz Covers», un fabuloso compendio de las mejores portadas del género y una puerta de acceso a un universo artístico.
